20 jun 2015

Merecedores de tiempo.

Hablemos de orientaciones sexuales. 
Sí, hablemos de etiquetas porque al fin y al cabo no sabemos vivir sin ellas por mucho "no me seas hipócrita y no pongas etiquetas porque todos somos iguales". 
No. 
No todos somos iguales y aunque haya gente que se niegue a verlo, para mí es bastante evidente. Es decir, ¿qué diversión tendría no ser diferentes? Ninguna.
Pero eso sí, heterosexuales, bisexuales u homosexuales, todos somos personas, y eso sí que es innegable. Pero al margen de eso, seguimos etiquetándonos. Porque es importante. Sí, podemos decir que nos gustan las personas pero todos tenemos preferencias. Igual que podemos decir que nos gustan las altas o las bajas. 

Pero a lo que iba y de lo que realmente quería hablar es de indecisiones con respecto a este tema. Porque yo por muchas mujeres me haría homosexual y la verdad es que muchos hombres me incitan a hacerme lesbiana porque son realmente repulsivos. Pero lo mismo pasa al contrario. Las bromas sobre mi "gusto por las mujeres" van y vienen, vuelan entre mi grupo de amigos y todos nos lo tomamos a risa, pero conozco sus miradas cuando realmente creen que no me gustan los hombres. Pero vamos a ver. Ellos se lo buscan. 

Hasta que no encuentre a un hombre o a una mujer que realmente me haga decir que quiero una relación, que he encontrado a esa persona merecedora de mi tiempo, entonces podré decir lo que me gusta. Hasta entonces, ¿por qué no tomarse la vida con gracia y bromear sobre ello?



Sola y rodeada de gatos, es una salida.

Hablemos de torturas y de amigos empeñados en que todos tenemos que estar emparejados.
Queridos, ¿por qué no entendéis que no necesito a otra persona para vivir?
Ahora hablando en serio, después de dos intentos de emparejamiento empiezo a pensarme la opción de hacerme lesbiana solo porque donde vivo con suerte hay dos más y está claro que no van a intentar que salga con ninguna de ellas.
Y bueno, ahora vienen las razones de por qué no quiero a nadie.
Me da bastante asco la dependencia, y sí, sé que no es necesario ser dependiente de alguien cuando tienes pareja, pero de alguna forma es inevitable. O así es como yo lo veo. Por otra parte, yo no digo que no quiera a nadie. Yo digo que si encuentro a alguien que se merezca su tiempo, pues adelante y me arriesgo, pero no voy a perder mis energías y mis minutos en alguien con quien probablemente estaría mejor en una relación de amistad. Porque, ¡viva la friend-zone!
Que sí, que todos tenemos necesidades biológicas, pero que hasta que no me muera por falta de ellas, no buscaré desesperadamente a alguien porque sinceramente, no tengo ninguna prisa en condenarme.
Y que no cunda el pánico, acepto a los demás, y que quien quiera salga con quien le de la gana, yo no tengo ningún derecho a juzgarles. Pero por el amor de Dios, a mí que me dejen en paz, que si quiero a alguien ya ligaré yo por mi cuenta o en su defecto, me compraré un muñeco hinchable que seguro que discuto menos con él.

8 jun 2015

60 cosas que amo.

1.       El olor a lluvia.
2.       Los gatos.
3.       Una piscina vacía.
4.       Los vídeos de gatos.
5.       A mi mejor amiga (como amiga).
6.       Los chicos con tatuajes.
7.       Los chicos sin tatuajes.
8.       Las matemáticas.
9.       Los logaritmos.
10.   Los gatos.
11.   Los canelones.
12.   La lasaña.
13.   Los espaguetis a la boloñesa.
14.   Cocinar pasta.
15.   El silencio.
16.   El olor a tomillo.
17.   Las bañeras.
18.   Las sales de baño.
19.   El coco.
20.   Las fresas con nata.
21.   El chocolate con churros.
22.   Las sorpresas bonitas.
23.   La fotografía.
24.   Los recuerdos.
25.   La música.
26.   Escribir.
27.   Mi estatura.
28.   Los hombres con uniforme.
29.   Hablar inglés.
30.   Mi gato.
31.   Cortarme el pelo.
32.   Teñirme el pelo.
33.   El maquillaje.
34.   Los anacardos.
35.   Los halagos desinteresados.
36.   El interés.
37.   Los conciertos.
38.   El agua fría.
39.   Los batidos de chocolate.
40.   Jugar al tenis.
41.   Las camisetas holgadas.
42.   Los pantalones pitillo.
43.   Las converse.
44.   Viajar.
45.   Múnich.
46.   Ámsterdam.
47.   Las tardes con amigos.
48.   Las tardes de relax.
49.   Las tardes después de terminar los exámenes.
50.   Las vacaciones.
51.   Los abrazos.
52.   Los besos.
53.   El humor.
54.   Los chistes malos.
55.   Las películas.
56.   Las series.
57.   Los libros.
58.   Leer.
59.   Los portaminas de colores.

60.   Las montañas rusas.

50 cosas que odio.

1.       Las acelgas.
2.       Las arañas.
3.       Las telas de araña.
4.       Los ruidos que hacen las personas al comer.
5.       Los ruidos de impaciencia.
6.       El agua con sabores.
7.       Los tics repetitivos.
8.       Los exámenes.
9.       Los nervios pre-examen.
10.   Vomitar.
11.   Que las cosas buenas engorden.
12.   Las miradas de asco.
13.   Las miradas de superioridad.
14.   El calor extremo.
15.   Las piscinas con mucha gente.
16.   Las playas aglomeradas.
17.   Las críticas destructivas.
18.   Las ordenes obvias.
19.   La gente que se queja de todo (encontrad la ironía).
20.   Consolar a la gente y que a mí no me consuele nadie.
21.   Ser egoísta con lo que quiero.
22.   Los granos.
23.   Los pantalones que más que pantalones parecen bragas.
24.   Que no me saluden por la calle.
25.   El que la gente se crea mejor por fumar.
26.   La miseria.
27.   La indiferencia.
28.   Un mal gobierno.
29.   La marginación.
30.   La manzanilla.
31.   El pimiento.
32.   Los agujeros en los calcetines.
33.   Que sea necesario ser mayor de edad para tantas cosas.
34.   Las leyes absurdas.
35.   La gente que presume de cosas que no tiene.
36.   La gente que busca llamar la atención a cualquier precio.
37.   Películas con el final demasiado obvio.
38.   Películas de sábado por la tarde.
39.   Gente que no aprecia el esfuerzo de los demás.
40.   Mi poca fuerza de voluntad.
41.   El dentista.
42.   La importancia que algunas personas le ven a tener pareja.
43.   La suciedad en una cocina.
44.   Los sitios agobiantes.
45.   Las alturas.
46.   Mi inseguridad.
47.   Ligar.
48.   Los niños pequeños malcriados.
49.   Las cotillas.

50.   Las personas que están dispuestas a pisotear a los demás por algo que no merece la pena. 

Diecisiete horas y nada de ganas.

A diecisiete horas de tener mi primer examen de la prueba de acceso a la universidad, se me ha ocurrido la brillante idea de bloggear, porque vamos, llevaba mucho tiempo sin hacerlo y seguro que era más productivo que estudiar un p*to examen de filosofía que me va a salir muy mal. Mi cabeza funciona a la perfección, como podéis observar y se ve claramente que sé priorizar las cosas importantes sobre las que no van a tener ninguna relevancia en mi futuro académico. Pero, venga hombre, yo voy a estudiar matemáticas, necesito un mísero cinco para poder entrar. Y sí, sé que ese pensamiento a mucha gente no le gusta porque ver a alguien que se conforma con tan poco da ganas de patearle el trasero. Pero, ¿sabéis qué? He estado tan saturada los últimos cuatro años de mi vida con los estudios, sabiendo que se me dan horriblemente mal, y aun así he sacado notas que estando en tercero de la ESO me habría reído y habría dicho que eso era imposible para mí.
He estado tan estresada, he tenido tantas arcadas y he vomitado tantas veces por los malditos exámenes, que ya no puedo más. Ya no puedo estar delante de unos apuntes por más de una hora. Tengo una fuerza de voluntad que está en niveles negativos y es muy frustrante que no pueda hacer algo que realmente necesito y que sé que en un futuro me agradeceré por haberlo hecho. Porque todos sabemos que salir de un examen y poder decir que te ha salido de puta madre porque lo llevabas bien preparado, es una de las mejores sensaciones cuando estás en edad de estudiar. En general, ver que tu esfuerzo se ve recompensado es demasiado bueno. Y yo soy incapaz de ponerme a estudiar en serio porque la mancha que hay en la pared me parece cien veces más interesante. O bueno, esto es un claro ejemplo. Me parece más productivo estar escribiendo esto que estar estudiando las locas teorías sobre el mundo material y el sensible. Y el problema es que cuando llegue mañana al examen de filosofía y no sepa qué responder a lo que me preguntan, me pegaré patadas mentalmente.
Solo espero que al año que viene, estando en la universidad, de verdad me interesen las clases y que no me parezcan algo sin fundamento que no me va a servir para nada en la vida. Y sé que es un pensamiento estúpido porque aprender debería ser algo que nos guste a todos. Pero sinceramente y aun exponiéndome a las críticas de a quien le guste, yo no entiendo la filosofía y sobre todo, no entiendo cómo pueden poner algo así como obligatorio. Sin embargo, estoy segura de que es el profesor el que más influye a la hora de que te guste una asignatura o que te deje de gustar. Y por consiguiente, que te acuerdes al día siguiente de las cosas o no. Porque hay profesores que se tendrían que dedicar a cortar árboles en Rusia y no a dirigirse a adolescentes sin una pizca de gracia en la voz y con más ganas de irse a casa que de que nos enteremos de algo.

Toda esta parrafada venía a que se me ha ocurrido escribir un cincuenta cosas que odio, aunque bueno, esto me ha quedado tan sumamente largo, que lo voy a poner en otra entrada, porque al fin y al cabo son gratis y no quiero mezclar. 

Muchos besis para todos. 
-Alicia-